Noventa y cuatro
Hoy vi a mi abuelo sentado al sol, con sus noventa y cuatro
años cargados a cuestas. Ya no tiene el mismo color de piel, pero aún conserva
el celeste de sus ojos. Ahora mientras filtra el sol por mi ventana, con mi
boca aun con gusto a almuerzo pienso; mi hermana pronto a ser madre, una vida
nueva al mundo con una diferencia de noventa y cuatro con otra, el nacer y el
constante apagarse. En el medio yo, pronto a cumplir cuarenta años, cuanto por vivir
como un recién nacido y cuanto ya vivido como un anciano pronto a despedirse. Será
este sol que me invadió de nostalgia, nostalgia cargada de sentimientos, de
historias. Será que en este rayo está la fuerza de aferrarse a los seres
queridos y la luz que nos empuja a vivir. Vivir con el corazón en la mano,
hasta gastarnos. Porque hay que llegar gastados al final, para saber que se vivió
sin guardarse nada.
Gustavo Girardi