Pueden decir que soy un soñador, pero no soy el único.
jueves, 29 de octubre de 2015
viernes, 9 de octubre de 2015
Ernesto Guevara (asesinado el 9/10/1967)
CARTA A ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos: Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.
Che
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida.Hasta siempre, Julio
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos: Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.
Che
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida.Hasta siempre, Julio
miércoles, 7 de octubre de 2015
Cuando viniste a mi, cerré la puerta pero abrí, asesíname..
Por darte lo que dí, me transformé en un souvenir,
asesíname, asesíname..
Dejé tu imagen en el cajón, guardé tu alma en el mellotron,
no quiero más que me dés con cuentagotas tu amor.
Es sólo rock and roll, pero ya es mucho para vos,
asesímane, asesíname..
No quiero más que me dés con cuentagotas tu amor.
Yo me quiero morir, no aguanto más estar aqui.
Asesíname, asesíname..
Asesíname..asesíname..
All you need is love..love..love..
love..love..love..
Por darte lo que dí, me transformé en un souvenir,
asesíname, asesíname..
Dejé tu imagen en el cajón, guardé tu alma en el mellotron,
no quiero más que me dés con cuentagotas tu amor.
Es sólo rock and roll, pero ya es mucho para vos,
asesímane, asesíname..
No quiero más que me dés con cuentagotas tu amor.
Yo me quiero morir, no aguanto más estar aqui.
Asesíname, asesíname..
Asesíname..asesíname..
All you need is love..love..love..
love..love..love..
CHARLY
lunes, 5 de octubre de 2015
CASI TREINTA
García Márquez decía que las cosas tienen vida propia, todo
es cuestión de despertarle el ánima. Si me consideraría una cosa solo necesito
quien la despierte en mí. Eduardo Galeano nos hablo de fueguitos, que cada
persona brilla con luz propia entre todas las demás, no hay dos fueguitos
iguales y nombra aquellos fuegos que arden la vida con tantas ganas que no se
pueden mirar sin parpadear y quien se acerca se enciende. ¿No será acaso el
tipo de fueguito que le hace falta a mi vida? Y mientras los libros van siendo
la única compañía por estos tiempos y mis sueños me van entreteniendo, yo hago
la pausa y miro con quien jugar la pelota para no sentirme vacío en este juego
donde cada vez cuesta mas tirar una pared con alguien. Abrir los ojos a la
mañana, buscar las pantuflas debajo de la cama, siempre debajo de la cama:
“pero si yo las había dejado al pie de la cama” y la molestia del pequeño rayo
de luz, que asoma; siempre la misma rutina del desayuno y el trabajo. Salir a
la calle, en el día nos cansamos pero no pensamos, eso solo queda y viene en la
soledad, donde nos tratamos de encontrar y nos vienen imágenes una tras otra,
recuerdos, años pasados, crecemos, crecimos y parece que hay cosas que no
cambiaron somos un instante, el mismo ser que añora, todavía espera… Nos come
el deseo y la ansiedad, vamos en la ruta viendo campo a los costados, verde y
vacas, vacas y verde, plantaciones y verde y vacas y girasoles, caballos y
verde y una cabaña pequeña a lo lejos y un molino y una ruta interminable
todavía a un destino incierto.
Gustavo Girardi
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