No dormía para no soñar, porque sentía que la vida debía
estar echa de realidades y no de sueños. Y así se consumía de día y de noche
con los ojos cansados, ojos que cada tanto soltaban una lágrima. Los días de
calor eran absorbidas por los poros de la piel, pero los días de frío, bajaban
lentamente por la mejilla, algunas llegaban hasta el labio y otros seguían y
golpeaban en la mesa si estaba sentado u en la pagina de un libro, como aquella
que mojo el capitulo siete de aquel libro ( lector usted imagine el capitulo
siete del libro que mas le guste o venga a su mente en este momento) Pero creo
que cada tanto con los ojos abiertos el se dormía, seguro no se daba cuenta,
tenia atravesada una imagen en su mente a toda hora, de ahí a no poder
distinguir el mismo, si estaba despierto o dormido.
Gustavo Girardi