miércoles, 29 de junio de 2016



El embrujo de tu canto

Abrió sus ojos, quizás molesto por el rayo de sol que iluminaba su mirada, el cual adelanto su despertar. El segundo rayo de luz que se colaba por la ventana, sobrepasando la línea divisoria del vidrio y el afuera sin poder ser retenido por la cortina, golpeaba sobre el escritorio, mas exactamente sobre los discos, logrando que estos sobresalieran por sobre la calculadora, unos papeles sueltos y apuntes que ocupaban también su espacio. Juan de un salto salio de la cama, calzo sus ojotas y previo a cualquier otro acto tomo un disco. Antes de lavarse la cara y pasar por el baño, ya sonaba “Artaud” del flaco Spinetta. Juan ahora si se dirigió al baño. Tomando un trozo pequeño de jabón lavo su cara, se seco, cepillo sus dientes y luego se dirigió a la cocina a preparar su desayuno. Se podía sentir canción tras canción que en el aire había flores, colores, pájaros, mariposas. Lo percibimos todos, pero Juan todavía no. Juan ese hombre tan reservado en su mundo, esa mañana descubría poco a poco y mágicamente nuevos cielos. Mientras cortaba unos trozos de pan para unas tostadas y sentía el ir y venir de su gato entre las piernas, reclamando el también su desayuno con fuertes maullidos. Puso a calentar la pava, unos mates eran la compañía ideal para las tostadas, la música y ese mañana de sol, hasta en el olorcito a las tostadas se percibía ese que se yo. Mate tras mate, mirando por la ventana, termino por descubrir que ese día dejaría de ser un día mas, a través del vidrio miles de pájaros de colores en un ir y venir ocupaban el espacio del cielo de manera fabulosa, el sol era mas redondo que nunca y hasta tenia una sonrisa, los árboles tenían sus hojas mas verdes que de costumbre, la gente caminaba de manera armoniosa, los autos circulaban de manera tranquila y con gestos de gran solidaridad hacia los peatones. Juan quedo estupefacto, dejo atrás la silla, camino hacia la ventana y froto sus ojos. La música de fondo acompañaba. Imagino que Juan dejo de prestar atención en ella, olvidándola y quedando en segundo plano, lo único que atraía su máxima atención y sus sentidos era el afuera y así fue, que mientras la dulce voz del Flaco cantaba “las almas repudian todo encierro” Juan abrió la ventana y una suave brisa lo libero.


Gustavo Girardi

domingo, 19 de junio de 2016



Escuchar música, leer o escribir. Ahora, en estos momentos me quedo con lo último, así que mientras tomo una lapicera, me pongo a escribir. Pero me doy cuenta que a veces los sentimientos no se transforman en tinta y papel. Solo pensar, imaginar y llegar a la conclusión de no tener mucho que volcar a la hoja, es mas son solo dos palabras las que rodean a mi mente y la arrinconan contra las cuerdas del ring, ellas son “te extraño” a las cuales les podría agregar otras tres, “no te vayas”
 Gustavo Girardi
 

lunes, 13 de junio de 2016

Conozco un empleado que fue muerto de pena enamorado de las sirenas. El cine de mi barrio ya me mostró la escena no ví tu alma y quería tus venas. Y en este torbellino dónde nada importa me sentí solo y te perdí pero sí vi tus ojos y hasta comí la arena quise quedarme pero me fui. Filosofía barata y zapatos de goma ni ésta mentira te hace feliz quise quedarme cuando morí de pena quise quedarme pero me fui. Y en la terminal y en la terminal estoy descalzo y te espero a ti. El ómnibus se ha ido el amor se ha vencido quise quedarme pero me fui. Filosofía barata y zapatos de goma quizás es todo lo que te dí.

jueves, 2 de junio de 2016

- Yo tampoco, pero estaría menos triste. Aquí todo le duele, hasta las aspirinas le duelen. De verdad, anoche le hice tomar una aspirina porque tenía dolor de muelas. La agarró y se puso a mirarla, le costaba muchísimo decidirse a tragarla. Me dijo unas cosas muy raras, que era infecto usar cosas que en realidad uno no conoce, cosas que han inventado otros para calmar otras cosas, cosas que tampoco se conocen… Usted sabe cómo es cuando empieza a darle vueltas.
- Usted ha repetido varias veces la palabra “cosa” –dijo Gregorovius-. No es elegante, pero en cambio muestra muy bien lo que le pasa a Horacio. Una víctima de la cosidad, es evidente.
- ¿Qué es la cosidad? –dijo la Maga
- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo. Usted lo ha sospechado, Lucía, y con una inocencia deliciosa imagina que Oliveira sería más feliz en cualquiera de las Arcadias de bolsillo que fabrican las madame Léonie de este mundo, sin hablar de mi madre la de Odessa. Porque usted no se habrá creído lo de los ananás, supongo.