lunes, 28 de noviembre de 2016


FIDEL CASTRO
(13/08/1926 Birán, Cuba - 25/11/2016 La Habana, Cuba)
 
Los visitantes honestos descubren en la isla una realidad alucinante y contradictoria y muy terrestre. La revolución, hecha de barro humano, no es obra de dioses infalibles ni de malignos satanes: ella es de este mundo, y por ser de este mundo, es también del mundo que viene.
La realidad desconcierta a quienes esperan encontrar un gran campo de concentración rodeado de palmeras, un pueblo castigado, condenado al miedo eterno: se precisa mucho prejuicio para no sucumbir al abrazo de este pueblo cariñoso y protestón, que se queja y ríe a viva voz y contagia dignidad y frescura a quien se arrime.
Cualquiera que no tenga telarañas en los Ojos puede ver que la gente se expresa a pleno pulmón, y que es imposible caminar un paso sin tropezar con algún hospital o alguna escuela.
Pero no se desconciertan menos quienes acuden a una cita con el anunciado reino de la perfecta felicidad: en Cuba encuentran tiendas vacías, teléfonos imposibles, transportes pésimos, una Prensa que a veces parece de otro planeta y una burocracia que para cada solución tiene un problema. La burocracia está empeñada en convertir la vida cotidiana de la gente en un ascenso al Gólgota.

Y esta revolución verdadera, que nació muy de abajo hasta arriba, y que ha crecido muy de adentro hacia afuera, tiene en la burocracia su penitencia, pero no su destino.
En Cuba no hay ningún descalzo, ningún analfabeto, ningún hambriento. Dicen los cubanos que ni Diógenes, con su linterna, podría encontrar allí lo que en Latlnoamérica sobra por todas partes. Y tienen razón: ellos viven una vida más larga que los demás latinoamericanos y tienen los niveles de salud y educación más altos del llamado Tercer Mundo.
También es indudablemente cierto que, a partir de la revolución cubana, Latinoamérica se ha hecho más independiente y más latinoamericana.
Cuba es, hoy por hoy, el país más solidario del mundo. ¿Qué habría sido de Angola sin los 50.000 cubanos que desde hace años la defienden contra los racistas de África del Sur, a cambio de nada? ¿Qué habría sido de Nicaragua sin los médicos y los maestros y los técnicos que a cambio de nada, acuden desde Cuba? ¿En cuántos países los cubanos han sido los primeros en llegar, a cambio de nada, a la hora de hacer frente a una peste, un huracán o un terremoto? ¿Cuántos muchachos latinoamericanos y africanos se están educando en Cuba?
Cuba ha derrotado su hambre, ha multiplicado la dignidad latinoamericana y ha dado un continuo ejemplo de solidaridad al mundo. Todo eso no es poco. Y por todo eso, aunque sus enemigos tuvieran razón en lo que contra Cuba dicen y mienten, valdría la pena seguir jugándose por ella. Con burocracia y todo.

EDUARDO GALEANO

jueves, 24 de noviembre de 2016




Tu sonrisa

Yo tenía una sonrisa guardada tras mis labios
tus tenias la mirada que yo estaba esperando.
Y así fue que nos vimos andando y andando
y al verte a los ojos mi sonrisa fue brotando.

Hoy sonrió a tu lado día a día y te extraño,
cuando no estamos hablando.

Vio usted que bella es la vida
cuando vamos de la mano
cuando uno sabe bien a quien tiene a su lado.
Hoy doy gracias al cielo, a los dioses y los santos
pero más te doy las gracias por llevarme de tu mano.


gustavo girardi


lunes, 14 de noviembre de 2016





Los otros días fui con un amigo a plaza serrano, nos sentamos en una pizzería en una mesa sobre la vereda, en una cuadra angosta de igual ancho de la mesa. Una cuadra que desembocaba a un paredón, por lo tanto es una cortada, y al girar mi cabeza (estaba de espalda a la cortada) me significaba ver la calle desierta y casas, con el detalle que la casa del fondo tenia una enredadera en todo su frente. A mi derecha, en la esquina frente a la pizzería una casa de venta de antigüedades, y a mi izquierda la ventana que daba al interior de dicho establecimiento, con la curiosidad que había una mesa para cuatro. Un instante basto para que mi mirada se perdiera por algún lugar de la ciudad, para que al voltearme y ver nuevamente al interior en la mesa estaba sentada ella, una vez leí que las cosas bella no necesitan marketing, fue verla y soñarla al mismo tiempo. Me salio saludarla con la mano a través del vidrio, decirle un “hola” que ella no escucho que leyó de mis labios de la misma forma que leí su “hola como andas?” y así fue el instante que mas recordare de aquella noche, juro que esa sonrisa no la olvidare más. Y ahí comprendí que un encuentro casual es lo menos casual en la vida.  

Gustavo Girardi



TODAVIA NO NOS VIMOS

Tenemos los ojos tan abiertos que se ciegan
                y en la antesala a cualquier encuentro
ellos miran lo equivocado.
Paciencia que a veces solo basta
fijar la mirada unos instantes
para que choquen mutuamente
y nos sirvan de espejos para siempre. 

Gustavo Girardi

martes, 8 de noviembre de 2016

Yo no te quiero olvidar,
Vos ya sos parte de mi historia.
Tu luz me va a iluminar,
Aunque hagan polvo con tu obra.
Tu luz me va a iluminar,
Ya no te puedo dejar.
Yo te voy a transportar,
Desde las sombras a tu corazón.
Good show!


Somos un camino que no esta pintado, somos los pasos que hacemos andando. Somos incompletos a todos nos falta algo, solo nos llenamos cuando nos miramos. Somos del viento, somos hojas, fuimos del árbol y también del sol. Somos esa gota de lluvia golpeando en el camino, somos del río y también del mar. Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros, somos nosotros haciendo a los demás. Somos lo que hacemos mientas caminamos, todos los pasos en la soledad, fuimos esas huellas en el camino, marcadas en la arena que luego trago el mar. Somos del viento, somos hojas, fuimos del árbol y también del sol. Somos y soy, somos y soy. Soy aquel que ahora espera sentado, soy yerba de un mate y espuma de cerveza, soy la lágrima de un ojo que mira al sol, soy una mochila de recuerdos y de mil te quieros. Todo fue pasado ahora tan solo soy.

Gustavo Girardi

domingo, 6 de noviembre de 2016

No quiero escribir sobre Rocamadour, por lo menos hoy, necesitaría tanto acercarme mejor a mí mismo, dejar caer todo eso que me separa del centro. Acabo siempre aludiendo al centro sin la menor garantía de saber lo que digo, cedo a la trampa fácil de la geometría con que pretende ordenarse nuestra vida de occidentales: Eje, centro, razón de ser, Omphalos, nombres de la nostalgia indoeuropea. Incluso esta existencia que a veces procuro describir, este París donde me muevo como una hoja seca, no serían visibles si detrás no latiera la ansiedad axial, el reencuentro con el fuste. Cuántas palabras, cuántas nomenclaturas para un mismo desconcierto. A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho por ocho es la locura o un perro. Abrazado a la Maga, esa concreción de nebulosa, pienso que tanto sentido tiene hacer un muñequito con miga de pan como escribir la novela que nunca escribiré o defender con la vida las ideas que redimen a los pueblos. El péndulo cumple su vaivén instantáneo y otra vez me inserto en las categorías tranquilizadoras: muñequito insignificante, novela trascendente, muerte heroica. Los pongo en fila, de menor a mayor: muñequito, novela, heroísmo. Pienso en las jerarquías de valores tan bien exploradas por Ortega, por Scheler: lo estético, lo ético, lo religioso. Lo religioso, lo estético, lo ético. Lo ético, lo religioso, lo estético. El muñequito, la novela. La muerte, el muñequito. La lengua de la Maga me hace cosquillas. Rocamadour, la ética, el muñequito, la Maga. La lengua, las cosquillas, la ética.



Estoy triste.
No se como definir la tristeza, pero si esta se parece a lo que uno siente cuando tiene ganas de llorar, entonces estoy triste.
No se como definir la tristeza pero si esta se parece a lo que uno siente cuando extraña, entonces estoy triste.
No se como definir la tristeza pero si esta se parece a lo que uno siente cuando se encuentra solo, entonces estoy triste.
No quisiera estar triste, pero tengo ganas de llorar, extraño y estoy solo, por eso estoy triste.
No quisiera llorar, pero extraño y estoy solo, por eso estoy triste y tengo ganas de llorar.
No quisiera extrañar, pero tengo ganas de llorar y estoy solo, por eso estoy triste y extraño.
No quisiera estar solo, pero tengo ganas de llorar y extraño, por eso estoy triste y estoy solo.
No quisiera tantas cosas y quisiera algunas pocas.
Quisiera un abrazo de esos que te llenan el alma, te sueldan las partes sueltas y te convierten en uno completito, listo para saltar, volar, soñar, sonreír.
Quisiera tu mano, tu beso, tocar tu pelo y despertar con vos.
Quisiera por un instante detener el tiempo, dicen que eso pasa cuando estoy a tu lado. Quisiera siempre frenarlo, porque eso me diría que somos uno.
No quisiera tantas cosas y te daría algunas pocas.
Te daría mi sonrisa, porque estar con vos me provocaría felicidad.
Te daría mis horas del día, mis pensamientos, mis buenos días y buenas noches.
Te daría tus últimos primeros besos, porque cada beso te lo daría como si fuera el último.
No quisiera tantas cosas y tendríamos algunas pocas.
Tendríamos el mundo en las manos, todos los soles y todas las lluvias.
Tendríamos todas las canciones, los libros y sueños.
Tendríamos la libertad, la paz y cada despertar.
Pero aca me tenes, todavía sin poder tener todo eso que quisiera, sin poder darte todo lo que te daría y sin poder disfrutar todo lo que tendríamos. Porque todavía estoy solo, extrañando y con ganas de llorar.
Estoy triste, ya se los dije no?

Gustavo Girardi

jueves, 3 de noviembre de 2016


Fuimos Córdoba por cinco días. Y cuando ya estas en el aire volando no tenes vuelta atrás, me llevo lo mejor de la ciudad del cuarteto y el fernet. Fui adoptado por el andar de las calles, me senté en las plazas a leer, admire el sol y la mujer cordobesa muy bella por cierto. El jueves me tiraron un guiño vaya a saber de donde, la música me invito a entrar para beber esa cerveza y comprender de ahí en mas que esos son los momentos que uno va a recordar por siempre. El recital del viernes me llevo a otra dimensión, previo a entrar al Orfeo haciendo tiempo o el tiempo haciendo lo que quería con uno, en una librería vi el nuevo ejemplar de “Historia de Cronopios y Famas” con esas causalidades que lo tomo en mis manos, leo la contratapa y después lo abro al azar justo en la hoja del libro donde hacia referencia a la misma historia contada en la contratapa, pensé así somos los Cronopios, sonreí y volví a apoyar en libro en su lugar. Dada la hora me dirigí a entrar al Orfeo, fui a mi lugar y me aplasto ver al gigante, nuevamente sonreí pero esta vez con mas emoción, con los ojos húmedos, mordiéndome el labio (cosa que suelo hacer cuando el nivel de felicidad y asombro me desborda) y de ahí en mas fui capaz de detener el tiempo, no existía nada mas que música, emoción en ascenso como un avión que despega y nunca parece alcanzar la altura, llore cuando me sorprendió al cantar “Himno de mi corazón” y cuando pensé que todo había terminado dos bises mas me volvieron a emocionar, me retire de pie en un concierto donde me rendí de rodillas al salmón. Salí del recital en una nube, allí donde me esperan los que se fueron primero, no podía creer lo que había vivido, comprendí que la eternidad son esos momentos donde uno detiene el tiempo y es feliz. En el hotel dormí, dormí como cuando uno cierra los ojos sabiendo que nada, ni nadie puedo sacarnos esa sensación de felicidad plena. El sábado al día previo a la despedida, solo nos toco descansar para despedirnos de Córdoba de la mejor manera, y la mejor manera fue rumbear hasta un bar que me recibió con música de aquellas que nos dejan soñar, tome una cerveza, maldije no tener hoja y lapicera para escribir, pero ese calorcito, la espuma de la cerveza y la gente pasar y pasar iba siendo el final, me retiro así, me guardo el resto de la noche, fuimos a volar y volamos, a soñar y soñamos, Córdoba fue magia. 

Gustavo Girardi