Celebro la llegada de Felipe, quien
crecerá rodeado de amor, en el seno de una familia maravillosa. Deseo que por
las noches le lean las pequeñas historias del principito. Que cuando crezca,
poco a poco, se asombre ante las ilustraciones del libro, así como de las
puestas del sol. Que este sea su primer
y eterno libro de lectura, al que siempre retorne, al que siempre regrese y del
que nunca se vaya. Que sea útil para entender el mundo, y lo nutra de
enseñanzas. Que finalmente, al igual que el principito, comprenda el secreto de
la vida, plasmado con tanta precisión,
“…
no se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.”