El día que nos dejemos de hamacar todo se nos va a ir de las
manos. El día que dejemos de lado al niño que tenemos adentro todo andará mal. Así
como de chicos jugábamos a ser grandes, de grandes debemos seguir siendo niños.
No seremos mas o menos adultos por tomarnos un tiempo en sentir el viento en la
cara y las hermosas sensaciones que teníamos cuando éramos pequeños. Hamacarse
y sentirse libre por un rato, sonreír cuando tomemos envión, aferrarse fuerte
cuando cruja nuestra panza como nos aferramos a lo que queremos llevar en la
vida y comenzar a abrir los ojos al llegar a lo más alto y mirando al cielo sentir que estamos en el
punto exacto de nuestras metas.
Gustavo Girardi
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