lunes, 2 de diciembre de 2013



El día que nos dejemos de hamacar todo se nos va a ir de las manos. El día que dejemos de lado al niño que tenemos adentro todo andará mal. Así como de chicos jugábamos a ser grandes, de grandes debemos seguir siendo niños. No seremos mas o menos adultos por tomarnos un tiempo en sentir el viento en la cara y las hermosas sensaciones que teníamos cuando éramos pequeños. Hamacarse y sentirse libre por un rato, sonreír cuando tomemos envión, aferrarse fuerte cuando cruja nuestra panza como nos aferramos a lo que queremos llevar en la vida  y comenzar a abrir los ojos  al llegar a lo más alto y  mirando al cielo sentir que estamos en el punto exacto de nuestras metas.


Gustavo Girardi

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