lunes, 11 de agosto de 2014



DESENCUENTROS

Andar sin vernos por una ciudad, respirando lo toxico del aire, de un aire por momentos negro del humo del escape de un colectivo, de un aire que huele a podrido fruto de la acumulación de basura en una esquina, causa del paro de la empresa recolectora de residuos. Así andamos a contramano, tu por un lado y yo por el mío. A contramano pisando el charco de una baldosa floja que acumulo el agua de la lluvia de la noche anterior. La lluvia que te mojo camino a tu casa, la fría noche de ayer, en la que el viento te voló el paraguas y saliste corriendo a buscarlo y volviste trayéndolo en la mano, con las alambres dobladas, refugiándote esas dos cuadras que te separaban de tu casa, en todo sitio posible. Y yo que pise la baldosa equivocada, la floja de aquella vereda, la que logro salpicar mi pantalón y me detuvo por unos instantes a secarlo con el pañuelo que llevaba en mi bolsillo trasero. Ese freno impidió que llegue a la esquina en el mismo instante que vos pasabas, cuando te dirigías a la librería en busca de aquel libro que te tenia fascinada desde hacia días. Y cuando llegue y me debuto el colorado del semáforo solo quedaba en el aire el aroma a ese perfume que enamoraría a cualquiera, adolescentes y adultos, niños y ancianos. Aroma que impregno en el aire de la cuidad por unos segundos una agradable fragancia, antes que la combustión de los automóviles o el humo del puestito de garrapiñadas que estaba a metros de ahí lograran que los olores se mezclaran en un todo. En ese momento sentí muy mío ese aroma, hasta tuve los segundos necesarios para imaginarme la figura de tal persona. Todo fue un instante y el verde me llevo con el gentío a cruzar la calle y  acercarme a mi oficina, sitio que me iba a secuestrar y privar por unas horas, hasta las diecisiete horas, para ser más exactos cuando sea el horario de salida, de quizás encontrarme con ese alguien. Eran y punto, atrás quedo el saludo a los compañeros de oficina, la tarde tenia un sol brillante, momento de seguir vagando por las calles hasta chocarme con ese perfume, pero esta vez no solo con el aroma perdido en el aire y sin dueño, como algo anónimo y sin paradero, sino con una fragancia perteneciente a un nombre propio, al de una mujer que vaya a perfumar mis días de ahora en más.

Gustavo Girardi

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 Primavera con esquina rota, justo leer ese libro. Elegirlo entre tantos en estos días donde se cumple fecha de muerte (17-05-2009) Dejo la ...