...del amanecer en las mirillas de la persiana. Salía de tan adentro de
la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un
nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada
vez: conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba. En
ese segundo, con la omnisciencia del semisueño, medí el horror de lo
que tanto maravilla y encanta a las religiones: la perfección eterna del
cosmos, la revolución inacabable del globo sobre su eje. Náusea,
sensación insoportable de coacción. Estoy obligado a tolerar que el sol
salga todos los días. Es monstruoso. Es inhumano. Antes de volver a
dormirme imaginé (vi) un universo plástico, cambiante, lleno de
maravilloso azar, un cielo elástico, un sol que de pronto falta o se
queda fijo o cambia de forma."
Julio Cortázar-Rayuela
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