Como el ovillo de lana, con el cual jugaba mi gata. Tan
redondo, tan enredado. Conservo tantos sueños y recuerdos; enredados. Enredados
en mi mente, en mi alma. La mano se sumergió en el bolsillo y fue sacando uno a
uno esos recuerdos y volvieron a pasar por el corazón. Aquellas tardes de
verano jugando con las bombuchas y baldes de agua en el pasillo de mi casa.
Esos helados en palito con mi abuela en su patio. Las vueltas manzana en
bicicleta. La bermuda blanca con la remera de Alf. Los días en la quinta,
trepando a los árboles, llegar lo más alto posible y suspendido en una rama en
las alturas lograr la sensación de nunca poder ser alcanzado. Quizás de ahí
vienen mis sueños de volar, volar a metros del suelo, como un poder propio, yo
volar y ser distinto a ustedes. Mi niñez, imaginando un futuro y mi futuro que
se vuelve tan presente, mi presente que se vuelve tan distinto al imaginado en
mi pasado. Pero aquí vamos, soñando, volando, aterrizando.
Gustavo Girardi
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