Despertar todavía luchando
contra los ojos
que durmieron poco
con algunas lagañas que impedían
abrirlos con normalidad.
Las cinco y cuarenta en el reloj
las pantuflas, bajar la escalera.
el gato maullando reclamando su
alimento
el sol que golpeaba en el patio
demasiado temprano para los
sueños
y algo tarde para el canto del
gallo.
Corrió la cortina y observo por
la ventana
el otoño que nacía,
los árboles con las hojas secas
se seco la cara con la toalla
y aun en bata calentó el agua,
preparo las tostadas.
Se sentó en la mesa con el té y
la mermelada
saboreo lo dulce, mientras el
gato ronroneaba entre sus piernas
se dejo perder en los sabores
trago de a sorbos el té.
Era otra mañana donde se
encontraba solo
intento recordar la noche
anterior, sus sueños,
pero le fue imposible o no dio
tanto esmero por hacerlo
prefiero que el silencio
colorido por el sol y el canto
de los pájaros
hablara por el.
Gustavo Girardi
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