ALGUIEN AHÍ AFUERA CREE EN VOS
-Después de tanto caminar, viene bien sentarnos un poco –te dije-
-Me miraste y sonreíste tímidamente.
-Pude ver como tus ojos se perdían mirando al cielo y apreciar
lo hermoso de tu rostro. Fue ahí cuando te dije: “Son muy hermosas, las
estrellas, y pensar que no siempre nos tomamos ese privilegio de mirar al cielo”
-Ahora tu sonrisa fue completa, dejando escapar tus dientes
que le dieron luz a la oscuridad de la noche.
-“Sabes, a mí me gusta lo simple, quizás en un papelito
escrito a las apuradas, un abrazo o en momento como estos siento que esta la
eternidad. No necesito nada material”
-Tu mirada afirmaba mis palabras, “estas dando con la
persona indicada, entiendo lo que me estás diciendo”
-Cada segundo que pasaba a tu lado lo confirmaba, volvía a
ser un niño sintiendo las cosquillas en la panza. Fue en ese instante que te mire
y mientras abría mi mochila te dije: “En esta ocasión si bien considero lo
material como algo secundario, y mientras sacaba un paquete de la misma, esto
es para vos.”
Lo tomaste con tus manos, mientras tus ojos de asombro eran más
redondos que la luna. Te abalanzaste sobre mí, me abrazaste y me dijiste
gracias. Mientras lo abrías llegue a decirte
“Es el libro que nos unió” fue ahí cuando una lagrima rodo por tu mejilla, lo
presionaste contra tu pecho y nos quedamos mirándonos.
-“Estas cosas materiales, serán de ahora en más nuestros
permitidos” ahora la sonrisa de mi rostro la apreciabas vos, fueron mis dientes
quienes vistieron de una tonalidad blanca a la noche.
-Te tome la mano y suspire.
-“Ahora me toca a mí” dijiste. Me pediste que cerrara los
ojos, pude sentir tu respiración mucho más cerca y tus labios sobre los míos. Cuando
los labios se despegaron y abrimos los ojos, continuaste: “También los besos
son eternidad”
-“En nosotros esta la eternidad.”
Gustavo Girardi
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