jueves, 2 de abril de 2020

Si miran la imagen, hay algo que llama la atención.


jueves 28 de febrero de 2019

Primer despertar en La Habana, despertar temprano, saltar de la cama. Abrir la persiana, la luz invadió la habitación, salir al balcón, mirar la calle y ver como los artistas callejeros estaban poco a poco invadiendo la ciudad, la música subía suave.
Una ducha, cambiarme y preparar la mochila con mi cámara, algo de agua fría y algunas otras pequeñas cosas. Hora de salir, hora de bajar escalón por escalón y salir a la calle. Hora de ser un turista, en el país que siempre soñé conocer. Primera vez en soledad en otro país.
BUEN DIA CUBA! 
Un año después del viaje seguramente va a llevar a que muchas de las cosas que viví no las recuerde, principalmente aquellas no tan importantes, las demás van a intentar ser volcadas a estas crónicas. De lo que si estoy seguro que no voy a poder recordarlas en un orden cronológico, así que les pasare a contar mis días en La Habana a medida que vaya recordando. Narrare unas pequeñas historias, rescatando las que considere más entretenidas y de valor. De gran ayuda van a ser las fotos que tome, para poder ir trayendo a mi memoria lo vivido.
En La Habana me quede varios días, desde el miércoles ya entrando al jueves hasta el día lunes cuatro de marzo, cuando partí rumbo a Trinidad. Cuatro días completos y cuatro noches para descubrirla.
Nuevamente Buen día Cuba, después del día anterior entre aviones y aeropuertos, de llegar  cansado y más tarde de lo previsto, ahora comenzaba mi primer día. Yo estaba alojado en una casa de familia, un departamento, estaba yo solo y quedaba en Obispo 512 (calle peatonal)
 De mi balcón ubicado en un segundo piso, por la mañana entraba la muisca de los artistas callejeros y el murmullo de la gente que la transitaba que era mucha. Turistas en su mayoría de todas partes del mundo. Una hermosa ciudad donde se mezclaban razas y colores de todo el mundo. Lo primero que podía observar al bajar era: frente a mí una ferretería y arriba un restaurante. Si me dirigía a la derecha al llegar a la esquina una librería y una plazoleta donde morían varias calles, ahí cerquita el famoso bar La Floridita y cruzando esa calle una enorme plaza llena de autos antiguos, el gran Hotel Manzana y todo lo demás también. Si me dirigía a mi izquierda por toda la calle peatonal, turistas, gente, negocios, casas de cambio, un colegio, todo en una calle fina y de adoquines, en veredas angostas como las de San Telmo en nuestro país, si me daba la impresión que las calles de La Habana tenían cosas de San Telmo y los colores de La Boca.
Lo primero fue buscar un desayuno, así que en una mañana todavía en calma me senté y pedí el desayuno. Un café, unas tostadas y un huevo frito (si imposible mojar el pan en el huevo) con eso arranque, con ese pequeño combustible había llegado la hora de empezar a recorrer de acuerdo al plan trazado, una pequeña guía de los lugares que debía visitar y conocer divididos según su cercanía en diferentes días. No quedo sitio por conocer, aunque muchas veces ocurrían cosas imprevistas, sorpresas del lugar, quizás las cosas que más recordare.

Gustavo Girardi

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